A LA CAZA DEL LOBO - Hace años, el famoso comentarista Paul Harvey, describió cómo el esquimal mata al lobo. Primero cubre su cuchillo de doble filo con la sangre de un animal y luego deja que se congele. Luego añade otra capa de sangre y deja que también se congele. Repite el proceso, una y otra vez, hasta que el cuchillo está totalmente cubierto con sangre congelada. El cazador ártico entonces toma el cuchillo y lo coloca en la tierra con la hoja extendida para arriba. Sin sospechar cosa alguna, el lobo huele la sangre y empieza a lamer la sangre congelada. Entre más lame el lobo la sangre, más vigorosamente crece su apetito por la sangre. Sin saberlo lo que está haciendo, el lobo empieza a cortar su propia lengua. Entonces el lobo empieza a saciar su propia sed de sangre con su propia sangre. Su deseo perpetuo no se satisface nunca hasta quedar completamente muerto.
¿Usted cree que esta es sólo una historia de esquimales y lobos? ¡Se equivoca! Por increíble que parezca, hay muchos cristianos que en su comportamiento moral y espiritual se identifican con la avidez visceral del lobo. Adoptan ciertas conductas inmorales (pecados) que se vuelven autodestructivas. Dichas conductas se tornan viciosas y cuando son practicadas lastiman la salud, las relaciones, las finanzas, etcétera. Lo curioso que se observa en las personas afectadas es, que en la mayoría de los casos son conscientes de las heridas que ellas mismas se están infligiendo, pero no muestran iniciativa para abandonarlas.
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