Durante el parto,
un bebé está recubierto en la bacteria Lactobacilo johnsonii e ingiere parte de
ella. Ésta suele ser encontrada en el intestino, donde produce enzimas que
digieren la leche. Esta inoculación prepara al recién nacido para digerir la
leche materna. A medida que el niño crece y el microbioma desarrolla una mayor
complejidad ecológica, también capacita al sistema inmunológico.
Por otro lado, es interesante saber que cada
vez más, médicos tratan la C. difficile con trasplantes fecales: heces de un
donante saludable son administradas como supositorio a un paciente infectado.
La idea es que las bacterias fecales benéficas se establezcan en el intestino y
empiecen a rivalizar con la C. difficile. Invstigadores de la Universidad de
Alberta hallaron este año que el procedimiento es efectivo y no involucra
peligro. Actualmente se explora si los transplantes fecales pueden ser un
tratamiento para la obesidad, pues los científicos han vinculado la obesidad a
cambios en el ecosistema intestinal.
EL TEMA DEL ADN